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Verano y rutina: el equilibrio necesario para el bienestar infantil





Con la llegada del verano y las vacaciones escolares, muchos hogares experimentan un cambio drástico en sus rutinas. Las mañanas dejan de estar marcadas por despertadores y mochilas, y los días se vuelven más largos, más relajados y, a veces, más caóticos. Aunque es natural aprovechar esta época para descansar y disfrutar de una mayor libertad, desde la psicología infantil se advierte sobre los riesgos de eliminar por completo las rutinas en los niños.


¿Por qué son importantes los hábitos?

Según especialistas en desarrollo infantil, los hábitos proporcionan a los niños un marco predecible que les da seguridad emocional. “Las rutinas ayudan a organizar el mundo interno del niño, le dan estructura y sentido a lo que le rodea”, señala la psicóloga Esther Morales, especializada en salud mental infantil. Cuando se mantienen ciertos horarios, como los de sueño, comida o juego, el niño experimenta un entorno más estable y menos ansioso, incluso en épocas más relajadas como el verano.
 

Dormir bien, comer bien, vivir bien

Uno de los primeros hábitos que suele alterarse durante las vacaciones es el sueño. Acostarse más tarde o dormir hasta tarde puede parecer inofensivo, pero puede afectar la regulación emocional, la concentración y el estado de ánimo del niño. Lo mismo ocurre con la alimentación: sin horarios, es fácil que los patrones nutricionales se desordenen, lo que puede repercutir en su energía y bienestar físico.

Establecer rutinas no significa tener un horario rígido, sino mantener cierta constancia: despertar a una hora razonable, respetar las comidas principales y asegurar el descanso nocturno.
 

Rutina ≠ Rigidez: estructura con flexibilidad

El error más común es pensar que una rutina implica limitar la libertad y la diversión del verano. En realidad, mantener hábitos permite disfrutar más de los momentos libres. Los psicólogos recomiendan incorporar tareas sencillas que fomenten la autonomía: hacer la cama, ayudar con el desayuno, planificar actividades. Esto refuerza su autoestima y sentido de responsabilidad, incluso en vacaciones.

Además, la combinación de actividades estructuradas —como campamentos, talleres o juegos programados— con espacios de juego libre y creativo es ideal. El aburrimiento, en dosis controladas, estimula la imaginación y ayuda a los niños a conocerse mejor.
 

Transición suave al regreso escolar

Otro motivo para mantener ciertos hábitos en verano es facilitar la vuelta al colegio. Si el niño ha mantenido una estructura básica durante las vacaciones, el impacto del regreso a las clases será menor. Adaptar poco a poco los horarios escolares unas semanas antes del inicio del curso puede evitar el temido “síndrome postvacacional infantil”.
 

Departamento de Orientación

 

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